Add parallel Print Page Options

Y porque ya somos sus hijos, Dios mandó el Espíritu de su Hijo a nuestros corazones; y el Espíritu clama: «¡Abbá! ¡Padre!» Así pues, tú ya no eres esclavo, sino hijo de Dios; y por ser hijo suyo, es voluntad de Dios que seas también su heredero.

Antes, cuando ustedes no conocían a Dios, eran esclavos de seres que en realidad no son dioses.

Read full chapter